Vladimir Jovanović: los orígenes del liberalismo serbio y la construcción nacional
- Jordi Cumplido
- 20 ene 2016
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Reunión en la ciudad de Niš (1866) de la que sale la Ujedinjene Omladine Srpske, la organización de liberación de Serbia, en la que se gestan las ideologías liberal y socialista, que atravesaran toda la cultura política serbia del siglo XX hasta su enfrentamiento final
«Se abre el tiempo de la experiencia, el tiempo de la sociedad y la ciencia, el tiempo del progreso. La experiencia despierta el conocimiento: la gente no puede sobrevivir de otra forma que no sea con todo el poder sobre sí mismos y aquello que fluye con su sudor (...) La experiencia abre los ojos y nos hace ver que, con la multiplicación de gente y la renovación de sus capacidades, no se puede resistir de otra forma que no sea que las fuentes de producción fluyan constantemente, que se produzcan recursos para la vida, ir hacia una nueva producción, y para eso se necesita el conocimiento directo de las leyes naturales de la producción»[1]. Tales ideas, que serían fácilmente encuadradas en la corriente del liberalismo primigenio de la Europa decimonónica, forman parte de una de las obras fundamentales de un pensador único y genuino que por su particularidad en la trayectoria histórica e intelectual de la Serbia de mediados del siglo XIX devino una voz aislada en medio de la marea ideológica del nacionalismo que dotó de contenido la construcción del estado-nación serbio en su proceso de emancipación del imperio otomano. La obra, Por la libertad y el pueblo; la pluma, Vladimir Jovanović, la línea ideológica olvidada por la historiografía serbia contemporánea.
Así lo advertía la voz más autorizada de la historia del socialismo serbio, Latinka Perović, que en su radiografía de los pensadores liberales (la «élite no deseada», les llamó) del siglo XX, publicada recientemente en Belgrado, demandaba la necesidad de recuperar el ideario de este economista liberal y hombre de estado arrastrado al olvido por el torrente de atracción que ha sido la figura del pensador socialista Svetozar Marković: «Mientras que cada generación de la élite política e intelectual en Serbia sintió la necesidad de su propia interpretación del socialista Svetozar Marković, el creador de las Unión de Jóvenes Serbia, Vladimir Jovanović, junto con su extenso trabajo, fue relegado al olvido hasta mediados de los setenta»[2].
La tesis de esa histórica militante comunista yugoslava nos invita a pensar en la relevancia de la Ujedinje Omladine Srpske (Unión de Jóvenes Serbios) como el núcleo radiador de las ideas y principios que, en el período de liberación y unificación del estado serbio moderno, cristalizarán en las dos culturas políticas que atravesarán el convulso siglo XX —el social-nacionalismo basado en la idea de la igualdad radicada en las instituciones tradicionales de la comunidad serbia, y por lo tanto en una concepción «oriental» del devenir histórico, y el liberalismo, basado en el proyecto de modernización económica orientada a la apertura hacia el espacio de la Europa occidental y su concepto cívico de la nación— culminando en el enfrentamiento trágico de los modelos político-nacionales de la nación serbia en la crisis de final de siglo: el régimen de Milošević como culminación práctica de la mixtura entre el socialismo comunitario y el nacionalismo conservador, y el proyecto liberal europeísta que vertebró el Partido Demócrata (Demokratska Stranka) creado en 1989 por un grupo de profesores universitarios.
Así, la cultura política del liberalismo en Serbia nació del proyecto de liberación y unificación, al estilo italiano. Decía Antonio Gramsci en su estudio sobre el Risorgimento italiano que «des del punto de vista europeo, es la edad de la Revolución Francesa, y no la del Risorgimento italiano, del liberalismo como concepción general de la vida y como nueva forma de civilidad estatal y de cultura, y no solo del aspecto “nacional” del liberalismo»[3]. El intelectual italiano señala la excepcionalidad del proceso de liberación y unificación en Italia en el marco de la revolución liberal europea, en el encaje del proceso histórico de la fundación de la nación moderna italiana en el desarrollo de la era moderna europea, cuya especificidad compartiría el pueblo serbio.
Durante la época del imperio otomano, el pueblo serbio se había mantenido cohesionado debido al factor religioso —la pervivencia de la iglesia serbia ortodoxa, pilar social del glorioso estado serbio medieval, que había quedado protegida por el sistema de millet o tolerancia religiosa del imperio— y la particular política turca de preservar la comunidad rural como unidad de organización social —los impuestos eran recolectados por la comunidad rural, disponiendo esta de un líder (el knez) y sus asambleas locales (la skupština). La máxima institución de esa Serbia rural tradicional fue la zadruga, una especie de vivienda-granja colectiva que agrupaba de forma extensa a los miembros de una misma familia, hasta una docena aproximadamente, asegurando su sustento y reforzando los lazos de solidaridad comunal. De algún modo, la vivienda comunal permitía a los hombres salir de la unidad familiar durante prolongados períodos de tiempo, ya fuera para cuidar los rebaños en pastos lejanos o para, desde que se extendiera el permiso de llevar armas promulgado por el sultanato en 1793, actuar como bandidos o hajduks en las zonas montañosas[4]. De algún modo, pues, la zadruga o cooperativa vehiculó y sustentó la rebelión de las comunidades locales serbias en 1804 contra los abusos de las tropas de élite del imperio llamadas jenízaras.
Tras un largo y complejo proceso revolucionario, en 1830 los turcos empezaron a abandonar el país y Serbia, convertida en un estado semiindependiente, empezó a desarrollar un cuerpo jurídico-administrativo propio de un estado. Desde el inicio, las rebeliones y la creación de ese nuevo principado se vieron auspiciados por la institución monárquica que, tras la desaparición efectiva del poder otomano, quedó como una autoridad despótica en competencia con algunos poderes aristocráticos. Surgió así, enraizada al propio proceso de independencia, el conflicto político de las disputas constitucionales que se podían dirimir en una cuestión: ¿Quién ostentaba el verdadero poder en Serbia, el monarca o los nobles agrupados en el llamado partido constitucionalista?
Fue precisamente en los años treinta y cuarenta cuando nació la generación que iba a fundar, en 1866 en la ciudad de Novi Sad, el primer movimiento gran-serbio a imagen y semejanza de los Tugenbund alemanes, los carbonarios de la Joven Italia o los Heteriju, Omladina griegos. La organización tomó el nombre de Ujedinje Omladinske Srbije (Unión de Jóvenes Serbios) y tuvo como fundadores a Svetozar Marković y Vladimir Jovanović.
Svetozar Marković y Adam Bogosavljević. Los narodnjaci y el social-nacionalismo
Quien mejor representó esa identificación con el modelo italiano de construcción del estado en un sentido «nacional» frente a la inspiración liberal francesa fue Svetozar Marković. A pesar de su corta existencia —murió a los 29 años de edad— es considerado por sus contemporáneos como fundador del socialismo serbio; para sus seguidores, padre del radicalismo serbio; para los socialdemócratas, un utopista; para aquellos altamente influenciados por los socialistas rusos, un demócrata revolucionario; para aquellos que bebieron del socialismo científico, un marxista internacionalista; para otros muchos, un nacionalista[5].
En 1866 entró en contacto con la nueva generación de revolucionarios rusos —Černiševski, Pisarov, Dobroljubov— mientras estudiaba en Petrogrado con una beca del estado, y al emigrar a Suiza creó el grupo de estudiantes serbios entre los cuales se encontraban socialistas como Nikola Pašić o Pera Velimirović en contacto con esos jóvenes revolucionarios rusos entre los cuales se encontraban intelectuales de la talla de Bakunin o Nečajev. Los últimos diez años de su vida condensan la fecundidad de su trabajo que es, en palabras de Jovan Skerlić, siembra de ideas cristalizada en la ideología del socialismo como una idea moderna: en el marco de la expresión dramática de la historia de un pueblo miserable despliega la idea del desarrollo anticapitalista y la idea del estado nacional[6].
La ideología de Marković es una reacción frente al capitalismo y al liberalismo, o dicho de otro modo, una concepción diferente de la idea del progreso del pueblo serbio: en vez de sustentar la revolución social en el tercer estado o burguesía revolucionaria, como en la Revolución Francesa, defiende el papel del cuarto estado o proletariado industrial como motor, aunque adaptado a las condiciones socioeconómicas de la Serbia decimonónica, es decir, un país dominados por una clase campesina empobrecida.
¿Cómo articulaba esa idea de la organización social y económica del pueblo? El principio básico de su cuerpo ideológico es el rechazo del estado liberal que separa a la sociedad de la política y su sustitución por el estado popular en el que la soberanía es devuelta al pueblo mediante la creación de instituciones autónomas por un principio de descentralización. Para lograrlo proponía extender al máximo la educación entre las clases populares para que así, con el debido conocimiento, cada hombre se erigiera como defensor del estado: «De acuerdo con los términos de la asamblea nacional del pueblo serbio, el estado serbio es una gran cooperativa en la que se unen todas las voces del pueblo. La gran preocupación de vuestra cooperativa es que cada individuo sea rico, libre y feliz. El parlamento serbio tiene que procurar, antes que nada, que todos tengan su pan, su casa, para luego ser libres, justos y beneficiosos para toda la nación»[7].
Esa idea, más o menos común en el socialismo europeo del momento, lo metabolizó Marković dotando el conflicto de la modernización económica de un contenido patriarcal vinculado a la tradición histórica del pueblo serbio. Marković entendía que en los países de base agraria semifeudal como Rusia o Serbia las clases campesinas se veían golpeadas ante el reto de la modernización económica por el empobrecimiento progresivo y que, por lo tanto, «nuestra tarea no es eliminar la producción capitalista, que de hecho no existe, sino transformar la propiedad patriarcal en colectividad y así omitir toda la época del desarrollo económico, del capitalismo»[8]. Para ello estudia las instituciones tradicionales de la comunidad rural, la zadruga y la opština, y las concibe como la base de auto-organización popular desde las cuales los individuos se unirían en una gran comunidad basada en la igualdad niveladora, social y económica efectiva —y no la idea de igualdad formal, solo ante la ley, del liberalismo— como herramienta de construcción de un estado que avanzara hacia su liberación nacional por medio del progreso económico.
Ese esencialismo que lleva implícito el proyecto nacional del socialismo serbio se ha mantenido constante, emergiendo del paréntesis de los cuarenta años de la Yugoslavia comunista de Tito en su máxima expresión con el régimen de Milošević. De hecho, Marković nunca fue Historia, sino una tendencia histórica que ha sido interpretada de todas las formas posibles por diferentes corrientes e ideologías posteriores a él. En eso, arguye Latinka Perović, tuvo mucha influencia la complementación del programa ideológico de Marković que hizo otro socialista, Adam Bogosavljević.
Ambos están considerados los fundadores de la teoría del estado popular y de la primera organización política de la historia serbia, el Partido Nacional Radical (Narodna Radikalna Stranka), aunque murieron antes de su fundación —Marković muere en 1878, Bogosavljević en 1880, y el partido se funda en 1881. De hecho, la historia del partido se remonta a la fractura, en 1868, de la Unión de Jóvenes Serbios entre socialistas y liberales, que derivaría en la creación de los dos partidos nacionales: el Partido Nacional Radical y el Partido Progresista Serbio.
Adam Bogosavljević, como representante en la asamblea nacional, simplificó la teoría socialista de Marković para poder extenderla entre las masas campesinas que, para ambos, representaban el corazón de la nación. Fue el primer narodnjak serbio, en el sentido que esta palabra tenía en Rusia: un hombre educado que se dirige al pueblo, lo ilustra y lo organiza contra el estado burocrático y por el estado popular[9]. Desde 1874 formó parte de la oposición del gobierno liberal junto a otros representantes populares sin partido y los intentos de las autoridades por reprimir su labor le hicieron cada vez más popular, pero tras ser apresado en marzo de 1880 experimentó una agresiva complicación de su enfermedad pulmonar que acabó con su muerte solo dos días después de su detención. Las circunstancias de su muerte fueron utilizadas desde entonces por los radicales para destruir a los liberales.
Vladimir Jovanović: la libertad del hombre y la soberanía nacional

Vladimir Jovanović, padre teórico del liberalismo serbio
La grieta entre narodnjaci —socialistas populistas— y zapadnjaci —liberales occidentalistas— se hizo más profunda en los años setenta y ochenta, reproduciendo un esquema binario en el cual donde los socialistas miraban a Rusia, los liberales miraban hacia Austria, y donde los primeros se fijaban en la comunidad rural, los otros lo hacían hacia el capitalismo industrial.
Uno de esos hombres que miraba hacia occidente era Vladimir Jovanović (1833-1922), precursor del liberalismo serbio como teórico, ideólogo y organizador del movimiento en su etapa formativa. En palabras de Latinka Perović, «pertenecía al estrecho círculo de la élite política e intelectual serbia de la segunda mitad del siglo XIX. Erudito y poliglota, gran viajero por las tierras de Europa donde llevó la propaganda de la cuestión serbia, de la amplia relación con las personalidades de la cultura y la política europea, como de la emigración, especialmente rusa, en Europa… Embrujado en Serbia por la oposición al absolutismo principesco, Vladimir Jovanović trajo a Serbia amplia información del modelo de sociedad que, tras la revolución francesa de 1789, se conformó en la Europa occidental»[10].
Fue justo en el período de su nacimiento, hacia los años treinta, cuando un grupo de jóvenes serbios fue becado por primera vez por el estado serbio para estudiar en el extranjero, en París. Esa generación, conocida como los parizliji (parisinos), absorbieron los principios del liberalismo revolucionario francés y lo introdujeron en Serbia donde, como grupo ideológicamente homogéneo, rompieron con la monotonía política del principado haciendo frente a las clases gobernantes influenciadas por el círculo de viejos comandantes y capas burocráticas de los llamados «alemanes» (serbios del imperio austro-húngaro)[11]. Tenían, esos parisinos —Dimitrije Matić, Kosta Cukić, Đorđe Cenić— una ventaja significativa: al ser descendientes de las clases patriarcales del país compartían la necesidad primaria y la visión general de las comunidades campesinas frente a una élite gobernante que aplicaba los métodos de la política despótica de Metternich y miraban al pueblo con desprecio desde su entorno cultural privilegiado.
Sin embargo, esos primeros liberales nunca tuvieron una influencia decisiva en la vida política del país y se vieron con la dificultad de ensamblar sus ideas en un principado serbio que carecía del desarrollo industrial de la Europa occidental donde fueron adquiridas. Sería otra generación, con Jovanović al frente, la encargada de canalizar todas esas ideas en un cuerpo teórico sólido para ser llevadas a la práctica de la política institucional del país. El punto de inflexión fue el llamado Parlamento de San Andrés (1858), regido por un omnipotente Consejo de Estado bajo el cual estaba el débil monarca Aleksandar Karađorđević y cuyo poder combatían los liberales desde la secretaría ostentada por Jevrem Grujić con un joven Vladimir Jovanović de adjunto. Desde esa posición aprendió el funcionamiento de los engranajes del estado, mientras que por su formación de economista y como administrador de la economía estatal en Topčider empezó a escribir y a construir su teoría del liberalismo.
Por aquel entonces, Jovanović tenía muy claro que la ciencia por sí sola, como palanca del progreso en Serbia, era insuficiente, y señalaba la política constitucionalista del régimen como el obstáculo principal para las profundas reformas económicas necesarias para llevar el país hacia la cultura progresista. Sin embargo, ninguno de los liberales de la primera generación (1858-1868) fueron capaces de basar su práctica política en los principios liberales originales por las contradicciones entre sus principios liberales como patrimonio de la democracia y la ciencia moderna, y su vínculo emocional con la tradición del pasado medieval serbio. Enmarcados en el proceso de construcción nacional de un principado semiindependiente, esos liberales veían el pasado de un modo romántico, como promesa de un futuro mejor para un pueblo aún no liberado[12].
Por eso tomó como referencia las teorías de Herder sobre el völkgeist (el genio del pueblo) pues entendía que era en el espíritu del pueblo donde radicaba la esperanza del futuro, solo que si su supervivencia se había sostenido en el pasado —como una categoría que contenía la esencia moral, intelectual y política de la comunidad serbia— la construcción del futuro tenía que apoyarse en la ciencia y el desarrollo económico: «La idea que un pueblo tiene de sí mismo, de su destino, de sus tareas, de sus ideales, proviene de sus tradiciones y leyendas, de sus mitos, para convertirse luego en el contenido inspirador de los trabajos ideológicos de varios intérpretes de la “propia conciencia popular” —política, literaria, científica»[13], y por eso «con las virtudes de los héroes y la alianza del altar y las guslas nuestro espíritu popular expresa el sentido de sí mismo, en el cual como en el espejo vemos los fundamentos de la fuerza y la grandeza serbia. La expresión exterior del espíritu nacional pertenece al tiempo del glorioso pasado, pero este monumento hereda de los jóvenes serbios, como un legado sagrado que desarrolló con la ciencia, que trajo finalmente el progreso, los fundamentos de la fuerza y la grandeza que unen el espíritu serbio en sí mismo»[14]. Por eso Jovanović fundó, junto a Marković, la organización de liberación y unificación del pueblo serbio en 1866, y por eso en esa primera etapa el serbianismo fue un elemento transversal.
Ese liberalismo serbio primigenio bebía de dos tradiciones europeas: la de la revolución francesa, creadora de la ideología de la liberación nacional y la soberanía nacional como fundamentos sobre los que descansa el estado —de donde nace la demanda de un régimen constitucional y la simpatía hacia el republicanismo—, y el parlamentarismo británico, entendido como expresión política completa del acoplamiento de los intereses del parlamento y el gobierno como las dos fuentes del poder estatal. Vladimir Jovanović resumió ese bagaje ideológico en los diez puntos del programa liberal de 1858 donde se incluyen los principios básicos del liberalismo europeo tales como el principio de soberanía, el constitucionalismo y todo el conjunto de libertades —individuales, de religión, económicas, políticas, de prensa y expresión, etc.— que garanticen la igualdad de los ciudadanos. En esta primera fase del desarrollo ideológico del liberalismo político aún predomina la solución constitucional extraída de la praxis francesa, mientras que se cruza esto con las instituciones del parlamentarismo británico. Vladimir Jovanović y Stojan Bošković eran defensores de la doctrina inglesa, del parlamentarismo victoriano y las instituciones belgas de la monarquía constitucional, argumentando que la mayoría de los principios de la revolución francesa fueron adoptados por Inglaterra hace mucho tiempo[15].
A lo largo de los años sesenta se exilió dos veces y, en sus viajes por Europa, entró en contacto con personajes como Kosuth, Hercen, Bakunin y Mazzini para tejer un movimiento de liberación serbio al estilo húngaro e italiano, que cristalizó en la Unión de Jóvenes en 1866. Tras la muerte del príncipe absolutista Mihailo en 1868 y ante la inminente redacción de una nueva constitución, Jovanović escribió Transformación libertaria de Serbia: ¿Qué constitución necesita Serbia?, un conjunto de artículos en los que expuso todo un ideario político que pretendía influenciar la labor de los parlamentarios en la redacción de la nueva carta magna. De esos artículos se desprende el núcleo intelectual del liberalismo original serbio. ¿Qué ideas contemplaba ese teórico político para la nueva Serbia?
Jovanović parte de la idea de la libertad del hombre y el principio de soberanía de la voluntad general, de las cuales nacen las dos ramas principales de la materia constitucional —los derechos de los ciudadanos y la organización del poder.
Inspirado en la idea kantiana de la libertad y la dignidad del hombre, para él la constitución debe, sobre todo, proclamar la libertad y los derechos de cada serbio. En este capítulo recoge un amplio abanico de libertades (personal, económica, de propiedad, de conciencia y religión, de pensamiento y palabra, de ciencia y educación, de prensa y reunión, de asociación) y derechos frente al poder (prohibición de la tortura, proclamación de la inviolabilidad del domicilio, protección de la privacidad, derecho a juicio justo y elecciones libres). Según su concepción liberal de la política y la sociedad, esos derechos y libertades tenían que llevar a la igualdad: «Sobre la base de la igualdad de la naturaleza humana y la constitución serbia se tiene que consagrar la igualdad en derechos y deberes, la igualdad en la libertad para todos en Serbia»[16].
En cuanto a la organización del poder todo está sujeto a la soberanía nacional por la cual «la voluntad general debe ser ley principal y la soberanía señorial limitada» con una división de poderes efectiva. Jovanović se refiere al período anterior en el que la soberanía estaba subyugada a la acción del Consejo de Estado y el príncipe, y reivindica la devolución del poder soberano a la asamblea nacional, un parlamento que se reúna periódicamente, que se renueve cada tres años y que conecte a los representantes electos y la acción política con los ciudadanos[17]. Una de sus ideas más enraizadas, a la que dedica un especial énfasis, es la de la educación. Por su formación intelectual y científica, Jovanović siempre tuvo una concepción del conocimiento científico como elemento central del desarrollo social y económico que llevan a un pueblo hacia el progreso, y en ese sentido, integraba esa idea general a su programa práctico de liberalismo político: con la extensión de la educación a las masas, solo alcanzando la máxima ilustración de todos ciudadanos, se podía garantizar que mediante las elecciones libres se escogieran a los mejores «hijos de la nación».
Un punto interesante en su desarrollo teórico es su defensa de la monarquía como institución histórica y sagrada del pueblo serbio, aunque sujetando su existencia a la voluntad general al establecer que los ministros deben responder ante la nación, y no ante su príncipe. Jovanović mostró en su obra política fundamental, Politički Rečnik (Diccionario Político) una actitud abiertamente republicana como la mejor forma de gobierno para alcanzar la libertad, en tanto que representa el principio fundamental de la igualdad de los ciudadanos opuesta a la sociedad estamental donde las clases aristocrática disponían de una posición privilegiada[18].
Jovanović estuvo, en eso, muy influenciado por las teorías vertidas por Alexis de Tocqueville en Sobre la democracia en América, donde afirma que los pueblos democráticos se basan en ese punto donde convergen la igualdad y la libertad, considerando que eso se da cuando todos los ciudadanos participan del poder y tienen los mismos derechos. Así abría una de sus obras cumbre, Por la libertad y el pueblo: «La dignidad del hombre no puede ser nada más que el desarrollo de su capacidad, de sus sentimientos, de sus pensamientos, de sus ambiciones, de su trabajo, de su propia vida. Pero, ¿puede así desarrollarse el hombre si no tiene el poder sobre sí mismo? Quien no tiene el poder sobre sí mismo, no poder ser una expresión de sí mismo, y quien no es una expresión de sí mismo no puede desarrollarse como una persona. No permitir que el hombre tenga el poder sobre sí mismo significa no permitir la posibilidad de ser él y con él, de ser un hombre».
A partir de 1868, Svetozar Marković formó una oposición socialista al liberalismo de Jovanović dentro de la Unión de Jóvenes, abriendo una fractura que acabaría con la propia organización en 1871. Ellos dos pusieron los fundamentos teóricos de las dos culturas políticas que, atravesando el siglo XX, construirían ese carácter dualista del pueblo serbio, como una lucha entre el bien y el mal, entre el mal y el bien, entre dos proyectos irreconciliables de la forma de organizar la sociedad e interpretar el lugar de Serbia en el mundo. Tras el independencia de la nación y la reorganización europea del Tratado de Berlín, en 1878, el socialismo evolucionó al radicalismo con el liderazgo de Nikola Pašić después de la prematura muerte de Svetozar Marković, y en la tradición liberal apareció una alternativa progresista liderada por Milan Piroćanac que intentó impulsar reformas al estilo liberal hasta 1887, cuando tras la matanza y el saqueo a los progresistas, los radicales se hicieron con la hegemonía política del país hasta la caída del primer estado yugoslavo en 1939.
[1] Vladimir Jovanović, Za slobodu i narod, Platonova Štamparija, Beograd, 1968, p.6
[2] Latinka Perović, Dominantna i neželjena elita. Beleška o liberalnoj i političkoj eliti u Srbiji (XX-XXI vek), Danas, Beograd, 2015, p.15
[3] Antonio Gramsci, El Risorgimento, Las Cuarenta, Buenos Aires, 2008, p.42
[4] Steven W. Sowards, “Twenty-five lectures on modern balkan history: the Balkans in the age of nationalism”, Michigan State University, 1996
[5] Latinka Perović, “Između anarhije i autokratije. Srpsko društvo na prelazima vekova (XIX-XXI)”, Helsinki Odbor sa Ljudska prava u Srbiji, Ogledi br.8, Beograd, 2006, p.95
[6] Latinka Perović, Idem, p.97
[7] Svetozar Marković, “Zakon o blagostanju”, Sabrani spisi III, Kultura, 1965, Beograd
[8] Gesammelte Politische Schriften, 2. Izd. Tibingen, 1955, p.23
[9] Latinka Perović, “Između anarhije i autokratije”…, p.114
[10] Latinka Perović, Dominantna i neželjena elita…, p.16
[11] Dušan T. Bataković, “Vladimir Jovanović: ideolog liberalizma u Srbiji”, Nova Srpska Politička Misao, n.2-3, 1998, p.235
[12] Latinka Perović, Dominantna i neželjena elita…, p.19
[13] Vladimir Jovanović, Jedan prilog za proučavanje srpskog nacionalnog karaktera, Vindzor, Kanada, 1964, p.7
[14] Latinka Perović, Ideologija srbijanske liberalne inteligencije”, en Srpski socijalisti XIX veka. Prilog istorije socialističke misli, vol.2, Rad, Beograd, 1985, p.219
[15] Dušan T. Bataković, “Vladimir Jovanović”…, p.237
[16] Milan Subotić, Sricanje Slobode. Studije o počecima liberalne političke misli u Srbiji XIX veka, Gradina, Niš, 1992, p.84-85
[17] Ídem, p.85
[18] Idem, p.87
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